La semana pasada participé en una mesa redonda sobre ‘Soft & Digital Skills’ donde salieron temas que me hicieron reflexionar-
Antes que nada, ¿qué son las soft skills? Primera gran pregunta para iniciar la conversación. Me pareció interesante el arranque que hizo Quino Fernández, de Conector, explicando que a esa combinación de habilidades relacionadas con la personalidad, la comunicación, las emociones o inteligencia social y emocional que nos permite interactuar y mejorar el desempeño, se le dio el nombre de “soft skills” en el ejército americano. ¿Por qué será que todo parece empezar ahí? Las soft skills era todo el trabajo que había detrás de lo “hard”, lo militar; se trataba del trabajo de oficina, el papeleo, el liderazgo. Por simplificar, los tanques eran la parte dura, mientras que las personas eran la parte blanda. Y aunque se incorporó el concepto en un manual del ejército de 1972, el enfoque -y la percepción en general- era siempre más bien negativo. Faltaban todavía unos años para que se entendiera la importancia de las soft skills para potenciar las hard skills.
¿QUIÉN NECESITA LAS SOFT SKILLS?
Mientras hablábamos de las habilidades de la generación Z y de lo que busca la empresa a la hora de contratar, surgió la idea de que las soft skills, en realidad, las necesita toda la empresa. No sólo el empleado, sino también el empleador, como comentó Jorge Gil de IDC.
Las jerarquías se van diluyendo en las empresas: de momento sucede ya en la mayoría de startups, donde muchos CEOs tienen menos de 30 años. Pero poco a poco se irá extendiendo a más empresas. Y eso hará que la actitud deba ser transversal, quien emplee deberá contar con las mismas habilidades interpersonales que el empleado; da igual que tenga 30 o 60 o quién mande a quién.
Las aptitudes de la mochila aportan singularidad, pero no necesariamente un puesto más alto en jerarquía.
Lo que sí estaba claro entre todos los ponentes, era que las soft skills son ya indispensables para ocupar un puesto de trabajo. Y da igual que sea de cara al público o de cara a una pantalla: la necesidad de trabajo en equipo que existe en las empresas, la importancia del liderazgo -y el autoliderazgo-, la proactividad o, en muchos casos, la resiliencia, son habilidades que determinan la contratación o no de un perfil, a pesar de cumplir con la parte más “hard”, la de los conocimientos.
Las soft skills empiezan a ser “essential skills”, como explica muy bien en el vídeo que te dejo al final del post.
LAS MÁQUINAS NO ENTIENDE DE SOFT SKILLS
La mayoría de procesos de selección, ante una gran afluencia de currículos, empiezan por una criba basada en las palabras clave que se le piden a un ordenador. Y esas palabras clave suelen ser habilidades “hard”, como comentaba Cristina Díez Freire de Manpower Group quien, a pesar de tener la función de mejorar la experiencia de usuario en el proceso de selección, es consciente de que su papel empieza después de que las máquinas hayan hecho la primera selección basándose en conocimientos, experiencia y títulos académicos. De modo que, aunque en las últimas partes del proceso las habilidades personales ayudan a decantarse por un candidato u otro, en los grandes procesos de personal el inicio lo marcan las áreas más fácilmente demostrables y contrastables.
Poco a poco va cambiando y algunas empresas y plataformas de selección van incorporando información más vinculada a habilidades personales en las ofertas. Pero todavía queda bastante por enseñar a las máquinas en este sentido. Y es que detrás de ese algoritmo que busca coincidencias y selecciona, hay personas que debaten sobre qué soft skills son las más necesarias para cada puesto, cómo se demuestran, quién las valora, quién las muestra.
¿Y SI CONTRATÁRAMOS POR SOFT SKILLS Y FORMÁRAMOS EN HARD SKILLS?
Si alguien tiene un perfil proactivo, con dotes de comunicación, de liderazgo, de resiliencia comprobada y con capacidad de aprendizaje, ¿no sería suficiente para contratarle, con la intención de luego enseñarle lo que haga falta para ese puesto? Lo preguntaba Patricia Macia, de entre el público, experta en soft skills con el propósito de aplicar su conocimiento a la población migrante: un segmento resiliente como pocos y con muchas habilidades interpersonales ampliamente desarrolladas pero con pocos conocimientos específicos, dada su situación de origen.
Fue interesante plantear un escenario en el que las habilidades personales fueran tan importantes como para no necesitar ningún conocimiento específico. En blanco. Eso sí, con la learnability no sólo como soft skill principal, sino como power skill.
Cada vez más voces -Google y Microsoft entre ellas- hablan de contratar por la capacidad de aprender, más que por lo que ya se sabe.
Si tenemos cada vez más claro que aprendemos casi sobre la marcha, que nos actualizamos a velocidad récord, ¿se puede construir sobre una base sin ningún conocimiento previo? Cada vez más programas de emprendimiento o programación están planteados de cero: da igual lo que sepas, aquí lo aprenderás.
Ojo, no estoy hablando del Learning by doing mal entendido, ese que parece que sólo por hacer ya se aprende. Estoy hablando de aprender aprendiendo: en poco tiempo, rápido, lo básico o no tan básico, pero aprendiendo y adquiriendo conocimientos concretos. Duros. Los hard skills.
LAS HABILIDADES BLANDAS SON A LARGO PLAZO, LAS HABILIDADES DURAS CADA VEZ A MÁS CORTO.
Lo que está claro, la principal idea que todos los ponentes llevamos a la ponencia y que reforzamos aún más al salir, fue que no se aprende liderazgo en dos meses, por más capacidad de aprendizaje que tengas: podrás mejorar, podrás entender mejor cuál es el liderazgo que necesitan las empresas, saber cómo liderar y auto-liderarte. Pero sólo conseguirás ser un buen líder, liderando. Con el tiempo, capacidad de reflexión y mucho autoconocimiento, irás mejorando. Como en cualquier otra soft skill.
¿Lo bueno? Que te servirá para siempre.
Las habilidades “duras”, en cambio, sí se aprenden en un curso. O incluso por tu cuenta: aprendiendo a aprender podrás incorporar los conocimientos que necesites. Lógicamente, siempre se puede saber más sobre algo. Pero es simple cuestión de incorporación de nuevos conocimientos por tantas horas de aprendizaje. Punto. Cuanto más tiempo dediques, más aprenderás, lógicamente. Pero el programa, por así decirlo, tiene inicio y fin. Y sí, te faltará aplicarlo, pero el apartado de ‘conocimientos sobre ese tema’, ya lo tendrás cubierto. Los bootcamps, programas como los de WildCode School , IronHack o cursos online de programación, te enseñarán lo que necesites saber de programación, en poco tiempo. Vas, aprendes y aplicas. Listo para empezar a aplicarlo desde ya.
¿Lo malo? Que no sabes cuánto tiempo te será útil o cuándo tendrás que volver a formarte. Probablemente, pronto.
Así que unas y otras deben ir de la mano. Porque también para incorporar nuevos conocimientos serán importantes habilidades como la curiosidad para querer saber más, la proactividad para tomar las riendas, la escucha activa para aprender de todo el entorno, la resiliencia para esos momentos en que el aprendizaje cuesta -que los hay- y, sobretodo, las ganas de aprender.
La tecnología avanza muy rápido y nos fuerza a aprender cada vez con mayor asiduidad. Lo mejor es que, curiosamente, cuanto más se digitaliza todo, más falta hacen las habilidades que sólo tenemos las personas.
Bienvenido a la era de las soft skills, que no es otra que la era de las personas.