“¡Ah, entonces hay una pregunta mágica para saber eso!”
Esto fue lo que me respondió un líder con el que trabajo en un proceso de motivación al aprendizaje en su equipo. Fue después de una conversación que mantuve con una persona a la que él no había encontrado cómo inspirar, más allá de motivar a hacer algún curso ‘para desarrollar la habilidad x’.
Sin embargo, el proceso que nos hemos propuesto consiste en aprender a partir de las necesidades del equipo y, por tanto, de la empresa. Construir juntos ese mañana que previamente visualizamos. De modo que no valía con sólo formarse: ese era el medio, pero no el fin. El objetivo, aquí, era aprender para impactar en el equipo.
Y para aprender, formarse puede ser el primer paso en muchas ocasiones, pero no el objetivo en sí. No puedes hacer ‘check’ en una habilidad por el hecho de haber terminado la formación. Porque si no se aplica lo aprendido, el círculo no se completa: el talento no se activa y el conocimiento no se vuelca donde hace falta.
En cambio cuando sabes para qué necesitas aprender, identificas rápidamente qué aprender y cómo. Por eso el ‘Para Qué’ es el primer paso en mi Método Learning Canvas. Si me lees a menudo, sabrás que el “para qué aprendes, para qué lo necesitas”, es lo que más repito.
Pero a veces, formulada así, se devuelve una respuesta demasiado vaga, poco accionable. Y es que aunque últimamente hablemos mucho de ello, no estamos acostumbrados a definir para qué queremos aprender lo que estamos aprendiendo. La tendencia, hasta ahora, ha sido aprender lo que nos decían que teníamos que saber.
Por eso, en esas ocasiones en que el ‘Para Qué’ paraliza, más que accionar, paraliza, hay que reformular la pregunta. El fondo es el mismo, pero cambia la forma. La pregunta más eficaz que he encontrado para ello ha sido la siguiente:
¿Qué quieres ser capaz de hacer dentro de [1 mes / 3 meses / 6 meses / 1 año] que hoy no puedes hacer?
Es imposible responder a esa pregunta sin retarte. Pruébalo 🙂 No sé si es mágica, pero efectiva, te aseguro que sí.
Una vez definido el reto, puedes preguntar(te):
- ¿Qué sé/sabes para cumplir con este reto?
- ¿Qué me/te falta aprender o desarrollar para poder cumplirlo?
Si a la primera pregunta la respuesta es “Nada”, tal vez el reto sea muy amplio y, por tanto, habrá que asegurar que el tiempo fijado es suficiente.
Si el “Nada” es a la segunda pregunta, entonces no hay reto y habrá que empujar para encontrar un reto real.
Desde ahí, los qués y los cómos salen (casi) solos.
Los Qués. En función del reto, define qué es lo que ya sabes. O, si estás acompañando a otra persona en el proceso, ayúdale a identificar lo que ya sabe. Aquí pueden contar los cursos realizados, porque es un saber que podrá accionar en cuanto aplique.
Y una vez definido lo que ya se sabe, toca identificar lo que falta, para poder llevar a cabo el reto. Ahí es donde hay que poner el foco para el proceso de aprendizaje.
Los Cómos. Cuando ya sabemos qué aprender para ese reto, podremos elegir cómo aprenderlo. Dependerá, sobre todo, del contexto, del tiempo que tengamos, del nivel de expertise que queramos conseguir.
Como líder, tu papel será acompañar en el proceso. Asegurar que suceden los qués y los cómos. Fasear el reto, para ir caminando tramo a tramo, para ayudar a perder el miedo, para ir creando espacios seguros. El reto final no puede ser un salto sin red, donde un error pueda afectar individual y colectivamente. Cada paso debe ser pequeño pero efectivo. La metodología “lean” en esencia. Dar la oportunidad de equivocarse rápido y en pequeño.
Aprender, al fin y al cabo, es eso: adquirir conocimiento, usarlo, equivocarnos, reflexionar, corregir, volver a aplicar y seguir ampliando conocimiento, hasta el nivel de expertise deseado. Tan simple, tan complejo.