Este curso, aprende lento

Puede sonar incluso contradictorio el título del post con el nombre del Método de Learnability Hub: Lean Learning o aprendizaje ágil. 

Pero en realidad, no lo es tanto: se puede aprender con agilidad y con calma. De hecho, este es el enfoque del método, aunque no lo parezca. Es aprendizaje ágil, pero con solidez. Y para ello, hace falta reflexión, pausa, relacionar ideas… En definitiva, aprendizaje deliberado.

Por eso, para este curso que empieza, después de un verano que, sospecho, ha sido -en general- más reflexivo de lo que esperábamos, te propongo aprender con calma para avanzar con paso seguro. 

Del "por qué" al "para qué"

Lo primero es recordar que, además de un ‘Por Qué’, todo aprendizaje debe ir acompañado, sobre todo, de un ‘Para Qué’.

De hecho, muchos ‘por qués’ deberían ser, en realidad, ‘para qués’, en todos los ámbitos de nuestra vida. Y es que el ‘por qué’ nos hace mirar atrás, a lo que nos trajo hasta aquí; el ‘para qué’ nos ayuda a mirar adelante, a entender dónde nos conducirá eso que estamos haciendo o decidiendo. El ‘por qué’ es una justificación, mientras que el ‘para qué’ es una intención. El ‘por qué’ está pendiente del exterior; el ‘para qué’, del interior.

No aprendas sólo porque creas que es necesario, porque has oído que lo necesitarás. No escuches fuera sin haber mirado hacia dentro. Ya hemos tomado -todos, en general- demasiadas decisiones vinculadas al aprendizaje, en base a lo que nos dijeron. Ya es hora de empezar a aprender desde lo que intuimos, queremos, buscamos; descifrar nuestros talentos para hacerlos brillar. Después, sólo después de haber mirado dentro, podremos contrastar fuera para conocer cómo encajar en este entorno en el que la única constante es el cambio.

Así que antes de hacer tu lista, identifica para qué lo quieres, que harás con ello, qué cambiará de tu propuesta de valor; es decir, qué podrás aportar de nuevo que no estés aportando ahora o qué te permitirá conseguir, que no estés obteniendo ahora. Recuerda que aprender no va de listas, ni de títulos, sino de motivos y motivaciones.

El poder del cómo

No quieras ir rápido: el aprendizaje lleva su tiempo, no lo fuerces, no por terminar ese curso, ese libro, tendrás ya el conocimiento.

Mejor un libro bien trabajado que una lista mal leída. Fácilmente caemos en querer leer más libros, conseguir el objetivo de un libro a la semana. Y sí, hay multitud de títulos interesantes. Pero no hace falta leer todo lo que se escribe, sino leer bien lo que tú elijas. También en esto, menos es más.

Exprime los libros, subraya, hazte mapas mentales con las ideas de cada uno, aliméntalo con artículos que leas, con conocimientos que ya tienes. Léelo siempre con el “para qué” en mente. Empieza cada libro con una pregunta.

Y a partir de ahí, si quieres leer más libros, no hace falta que leas más rápido, sino más rato. Dale prioridad a la lectura, cierra las redes y abre el libro: te sorprenderá la de tiempo que tienes al día para leer.

Aprende deliberadamente, pon en práctica lo que aprendas. Esto te será fácil si sabes para qué estás aprendiendo. Con el ‘para qué’ en mente, sabrás desde el principio qué vas a hacer con ese libro, con ese curso, con ese recurso que hayas elegido para aprender.

Aplica casi desde el inicio y observa, obsérvate, para identificar errores, carencias y también éxitos, por supuesto, para ir iterando tu plan de aprendizaje. Añade, quita, modifica: el proceso de aprendizaje es un proceso vivo, activo. Debe ser sólido pero flexible a la vez: sólido para asegurar una buena base y garantizar que no “huyes” de ella; pero flexible para soltar lo que no te esté llevando donde quieres ir.

dime cuándo

Un gran libro de este verano ha sido “Invest your time like money”, de Elisabeth Saunders. Y lejos de lo que puede parecer, no va de cómo monetizar tu tiempo, sino de cómo invertirlo. Lo del tiempo y su gestión da para un post entero…. Pero lo interesante de este libro es que te muestra tu semana como un presupuesto disponible que tienes para ti: 168 horas para distribuir entre lo que tienes que hacer y lo que quieres hacer. Lo uno y lo otro no pueden sobrepasar las 168, lógicamente. De hecho, a las 168 deberías restarle, ya de entrada, 56 horas de sueño que deberían ser absolutamente innegociables: cuanto más repleta esté tu agenda, más foco debes poner en tu descanso.

Cuando empieces a distribuir horas de forma ordenada, te darás cuenta de que tienes más tiempo del que creías. Y que en nuestras listas de prioridades, a caballo entre lo que queremos y lo que debemos, es donde debería estar el aprendizaje.

Resérvale un rato cada día: media hora, una hora. No más, no hace falta, si la aprovechas al máximo, si aprendes deliberadamente durante ese espacio de tiempo. Será suficiente para avanzar no sólo mientras estés enfocado, sino durante el resto del día, cuando tu mente esté a otras cosas.

Calendariza cuándo quieres aprender qué. Sin prisa, pero con compromiso. Decide cuánto lo aprenderás y comprométete con ello.

and enjoy

Quédate un poco de verano contigo. Escribe hoy la intención con la que vuelves, para recordar qué quieres mantener de este verano. No se trata de una lista de objetivos, sino de propósitos. No son hitos que cumplir, sino aprendizajes a recordar. Esos que actuarán de toma a tierra cuando la vorágine te lleve y te desconecte de lo que decidiste este verano.

Y disfruta. Disfruta del curso, de la rutina -con nuevos hábitos o sin ellos- de las 3 estaciones que tienes por delante.

Y, sobretodo, disfruta aprendiendo y creciendo personal y profesionalmente con cada “para qué” conseguido y cada nuevo “para qué” despertado.

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