Detrás de la lectura de libros hay siempre un por qué… aunque no siempre un para qué.
El por qué suele responder a la necesidad de saber, a ir al ritmo del entorno, a estar al día. Y esa vorágine, a menudo, hace que perdamos de vista el para qué lo queremos leer; saber el motivo por el que lo lees te permitirá disfrutarlo, aprender más y usar mejor los aprendizaje.
Libros, posts, papers… La cantidad de material escrito disponible parece inabarcable. Y, aunque no es necesario leer todo lo que está escrito, es cierto que un Aprendedor tiene listas imposibles de títulos: es lo que los japoneses denominan Tsundoku, tener más libros de los que podrás llegar a leer.
La realidad es que no hace falta leer todo lo que está escrito, para sentir que aprendes. Ponle intención y atención a la lectura. Orden y foco. Menos es más. Exprime los libros, no la estantería 🙂