Vienen unos días de descanso. Habrá quien se tome las vacaciones según calendario escolar, y quien se limite a 4 días. Pero en cualquier caso, la sensación es de cambio de rutinas y esto siempre es bueno para desconectar, aunque sea un poco.
Te propongo aprovechar estos días, desde hoy, para ayudar a tu cerebro a descansar para reponer fuerzas de cara a la vuelta. Aprender a acallar tu red neuronal por defecto, que tenemos activada el 47% del tiempo. ¡Casi la mitad del día con tu mente hablando cual gallinero! Sin ninguna lógica ni pausa, cientos de pensamientos cruzándose sin escucharse siquiera. Pensando en lo que hay que hacer después, en lo que dijiste (o no dijiste) antes, en cómo enfocar tal tema…. Aunque esto nos ayuda, por un lado, a automatizar y, por tanto, ahorrarle energía a nuestro cerebro (¡el gran optimizador!), hacerlo en exceso no es bueno.
Porque todo este tiempo en que tu mente está a otras cosas, en realidad estás lejos del presente. Cuando haces esto, te alejas de ti. Y al hacerlo, pasan diferentes cosas:
- Eres más infeliz de lo que crees. Un estudio demostró que una mente que divaga es una mente infeliz. Estamos haciendo A, pensando en B y queriendo hacer C. No digo con eso que tengas que ir directamente a C, sino que si te enfocas en lo que estás haciendo, en A, serás más feliz.
- Pierdes memoria autobiográfica. Tu memoria se graba desde la experiencia, desde lo que vives y sientes. Si no estás presente, tu cuerpo no experimenta y, por tanto, no retiene. Como insisto siempre, la capacidad de memoria empieza por la capacidad de atención.
- Agotas al cerebro. Esta atención dividida que mantenemos casi la mitad del tiempo, agota a nuestro cerebro. Porque no, no somos capaces del multitasking (las mujeres tampoco). Lo único que hace nuestro cerebro es cambiar la atención cada vez que cambiamos lo que estamos haciendo. Y esto nos resta productividad y eficiencia. Demasiado a menudo, queremos aprender a gestionar el tiempo cuando lo que necesitamos es gestionar la atención.
La capacidad de memoria empieza por la capacidad de atención.
La buena noticia es que la atención plena se entrena. Lógicamente, la meditación y mindfullness es la mejor manera de aprender a estar en el aquí y ahora. De hecho, está demostrado que la zona del córtex pre-frontal se refuerza con la meditación, creando una frontera de ondas alfa que ahuyentan pensamientos que podrían activar otras zonas del cerebro y hacer perder el foco. Lo más curioso de todo es que del mismo modo que esta frontera neuronal crece a medida que aprendemos a estar presentes, los grandes meditadores dejan de tenerla porque ya no la necesitan.
Pero además de esta zona de la corteza pre-frontal, con la práctica de la atención plena también refuerzas la corteza cingulada, que es la zona del cerebro que traduce lo inconsciente en consciente, que recoge la información que te llega a través del cuerpo y los sentidos y te ayuda a tomar consciencia. Es la que te permite divagar cuando apetece, pero también volver a la realidad cuando hace falta. Por eso, reforzar la corteza cingulada te ayudará a potenciar tu capacidad de atención.
Queremos aprender a gestionar el tiempo cuando lo que necesitamos es gestionar la atención.
MI CONSEJO: no tienes por qué meditar en postura sentada, como estamos acostumbrados a ver. Puedes hacerlo cuando caminas, tomando consciencia de cada paso y de tu respiración. Si te animas, te recomiendo la app de DownDog, donde podrás ajustar tipo de meditación, tiempo, música…
Otra manera de enfocar la atención es haciendo deporte, el que más te guste. Lo importante es hacerlo con cierta intensidad, para que tu atención tenga que estar pendiente de tu cuerpo y tu respiración.
También cuando entras en el estado de Flow que definió Csikszentmihali estás más presente que nunca. Y también más feliz, como comenta Mihali en la TED Talk que te comparto y que te recomiendo encarecidamente.
En cualquier caso, lo importante es que hagas una sola cosa a la vez; si cocinas, cocinas; si estás en una conversación, estás plenamente en ella; si lees, céntrate en el libro. Estos días de menos ajetreo son perfectos para empezar a incorporar este nuevo ritmo. Es un buen momento para adquirir un hábito que luego, en el día a día, cuando estés trabajando, aprendiendo o en cualquier situación, te ayudará a aumentar considerablemente tu eficacia.
Y recuerda que, como su propio nombre indica, el aquí y ahora es un regalo. Porque aprenderás mejor y vivirás con más intensidad lo que suceda hoy y lo recordarás mejor, mañana.